miércoles, 28 de marzo de 2007

Pequeña solución al Transantiago
(como en los viejos tiempos)

"Vamos avanzando por el medio por favor..."
Hay cosas que se olvidan fácilmente...

domingo, 18 de marzo de 2007

No es un error...

Ponerse los zapatos cambiados si al final uno igual puede caminar derecho,
o dejar el papel confort en el refrigerador cuando en realidad uno lo quería poner en el baño,
o pensar que 2 + 2 no son 4 si hace rato que alguien dijo "depende",
ni siquiera prender un cigarro al revés, equivocarse de micro, o de estación de metro...

Nada de esto pareciera ser un error cuando uno anda con la cabeza en otra parte por tu culpa...
y pensando todo el día en tus ojos, tratando de recordar las cosas que el tiempo insiste en olvidar,
y por eso no quiero pensar que es un error pensarte,
ni tampoco pensar en siquiera pensar en dejar de pensarte...

Rutina...(quealfinalparecequenoes)


"Y lo tuvieron todo,
pero no llegaron más allá
de aquella esperanza,
quedándose estatuas de una plaza
removida por el otoño de las ráfagas,
en esta gotera interminable
por la cual se nos están yendo
y vaciando los años,
y lo que es peor,
la vida, el coraje y el asombro"

Feña Torres

Llegamos tipo 10 pm al departamento, a veces abrimos la ventana y miramos la gente del frente en ese mosaico de luces encendidas y apagadas, esperando que lleguen los de siempre y a veces los invitados que en las últimas veces no han faltado y que de alguna u otra forma hacen que la cosa sea un poco distinta. Después de conversar un rato sacamos los envases del balcón y la bolsita del pan de la cocina y partimos rumbo al botillero trasandino que ya es nuestro socioamigocasihermano, no sin antes haber cruzado la plaza describiendo el mismo camino todos los fines de semana (en diagonal), pasando los juegos y los bancos y el semáforo de la esquina que siempre nos pilla en rojo y nos hace meditar las luces de los autos en silencio. Al fin llegamos al departamento, luego de saludar al conserje (que está ahí de planta los turnos de noche), tomamos el ascensor y después de apretar el 6 ya todos sabemos que nos hemos condenado a otra noche de música, cervezas, pis (a cada rato), reflexiones que nos llevan siempre a ellas, fasos, jamming, risas, a veces llantos (secos), vasos vacíos, a medio llenar y llenos, recuerdos de estos años que han pasado como estrella fugaz, abrazos, sentadas en el borde del balcón que desafían la gravedad, luces que se van apagando, gargantas que se van cerrando y bueno infinitas cosas que siempre están ahí y habrá que verlas para contarlas y que resulta un poco injusto enumerarlas porque no son como los números, en lo absoluto. Y hace un rato que nos dimos cuenta de que siempre es lo mismo, pero no siempre es lo mismo. Sé que suena inmediatamente contradictorio, pero el motivo de escribir esto era tratar de explicar que nuestra rutina de fines de semana no lo es...sé que ya no lo logré con el solo hecho de contradecirme, pero si nos dimos cuenta espontáneamente fue porque tal vez, a pesar de que siempre hacemos lo mismo, siempre todo tiene un resultado diferente, y lo peor de todo es que nos estamos dando cuenta de que cada vez nos quedan menos fines de semana para tirar de esta ruleta, que cada vez estamos más cerca del final de esta historia que por supuesto no estamos preparados para enfrentar, un final que se viene a pasos agigantados y que pensamos omitiendo los comentarios que se ven en los ojos de cada uno de los invitados, un final que nadie quiere, no porque nos creamos niños ni mucho menos y no queramos crecer, sino porque sabemos que es un final que no tiene esquina para darle la vuelta y tratar de echarle un ojo a lo que viene...y es por eso que cada fin de semana, por monótono que parezca, terminamos en el balcón, mirando la ciudad y sus luces en mosaico, escuchando esas canciones que nos hacen pensar en ellas aunque ellas no piensen en nosotros, siguiendo un camino recto de acá a fin de año, donde nos espera quizá qué cosa...quizá qué vida y quizá qué rutina por el resto de nuestros días...Al final parece que la vida es una rutina llena de matices que la hacen soportable, esos matices se llaman...

viernes, 9 de febrero de 2007

Mal necesario...

"Podemos dejar e incluso aguantar que nos traten mal, pero no que nos maltraten..."

(Conversación con 'El Mono' entre Baquedano y Santa Ana, un día de ésos...)

sábado, 20 de enero de 2007

Y después se quejan…

Él le ha regalado a ella una hermosa flor roja a los piés de una transitada escalera, la compañerita, así como sorprendida por el gesto, lo abraza rodeando su cuello y lo mira fijamente a los ojos, ofreciéndole el más precario de los amores para luego besarlo en la mejilla con los ojos bien cerrados, mientras él, con los ojos bien abiertos, observa a la chica de jeans apretados que acaba de bajar la escalera…

jueves, 14 de diciembre de 2006

Todavía no cacho...



Pero podría ser perfectamente la antítesis de la dialéctica latinoamericana, o el anticristo de las poleras del eurocentro...

jueves, 30 de noviembre de 2006

Tío Julio…

Y a pesar de todo sigo aquí, apretando la pasta de dientes desde el fondo, recogiendo los diarios abandonados de otra gente, golpeando las puertas como actriz de tournées de provincias, llorando cada vez que pienso en un pato lleno de hormigas o en esos golfos del Estrecho de Magallanes donde no entra nadie, nunca; no ajeno a mi realidad de terreno baldío y fondo de cacerola, haciendo todo lo que justamente Tío Julio me sugirió que no hiciera…no sé por qué hoy me acordé de Tío Julio, ¿será porque me acordé de la fecha de mi cumpleaños que por un azar que no busco comprender coincide con el cumpleaños de Juan Ángel y el de Tío Julio a la vez?, ¿o quizás porque siempre acudo a él cuando necesito algún consejo plasmado en algún personaje de esos cuentos que me hacían reír al principio y llorar al final como cuando ella se ahoga en el río?

La verdad es que no lo sé, pero de todas formas reencontrarme con él siempre es una grata sorpresa, aunque lamentablemente pase mucho tiempo antes de llegar a dejar de leer instrucciones para hacer cosas tan simples como dar cuerda a un reloj o subir una escalera (sin equivocarme por supuesto, no es la idea…)

Debe ser porque recaigo, recaigo seguido con cada cosa que hago, pienso o intento, recaigo cada vez que recuerdo…es un asunto que es inherente e inevitable para mí, y al final siempre termino como flor amarilla en un paradero de buses o como el barro después de la rayuela…

Una lástima.